Antiguamente en Mesoamérica se hacía reverencia a los dioses con sacrificios humanos para que la vida mantuviera su curso, a manera de ofrenda se tributaba a las fuerzas de la madre tierra para que no nos abandonara. A veces creemos que esta acción de ofrendar se ha olvidado, pero al contrario, el sentido de la muerte sigue presente en la cosmovisión de nuestros pueblos indígenas con las ofrendas y los ritos como condición para que la vida no se apague. Paradójico es el momento en el que nos encontramos en este 2020 donde la vida parece que ha puesto un límite a todas nuestras conductas humanas modernas que han modificado las relaciones entre lo humano con otros seres vivos. El coronavirus ha cambiado todas nuestras dinámicas cotidianas al confinarnos en un espacio de reflexión sobre lo que hemos hecho mal y bien hasta el momento. Otras enfermedades en otros siglos han destruido millones de vidas, pero el alcance del Covid 19 ha sido tan grande que nos ha obligado a plantearnos preguntas sobre lo que nos espera en el futuro, cómo nos pensamos ahora y que podemos hacer desde esta posición tan difusa y a veces contradictoria que tenemos en la tierra, para repensar sobre nuestros modos de relacionarnos, sobre todo con la naturaleza.
El arte por un lado tuvo que adaptarse a las circunstancias, las comunidades artísticas se trasladaron al espacio virtual para dialogar y crear a pesar de la distancia. En un punto de la pandemia creímos que la gráfica iba a tomar un curso diferente, que quizá sufriría de un letargo por su característica tan peculiar del trabajo presencial en colectivo, esto no ha sucedido porque seguimos trabajando.
Este año es diferente, pero no un año perdido, como bien diría Juan Carlos Bodoque, también gozaremos de ver nuestro Tzompantli Gráfico a las afueras de nuestro taller tan entrañable, Taller de Gráfica Nahual, que curiosamente se encuentra a unos cuantos metros del templo mayor, recinto sagrado donde aún se conservan vestigios de las estructuras con cráneos apilados de esos humanos ofrendados a los Dioses Mexicas. Gráfica Nahual ha vuelto a demostrar que la colectividad se mantiene a pesar de los tiempos difíciles, 135 cráneos conforman esta muestra visual donde participan 11 estados de la República Mexicana: Ciudad de México, Estado de México, Durango, Quintana Roo, Guanajuato, Querétaro, Oaxaca, Morelos, Jalisco, Puebla y Yucatán, Chile, Canadá y Argentina. Con trabajos realizados por personas familiarizadas y no con esta técnica de reproducción manual. Este año además se expondrá paralelamente en la Casa de la Ciudad, en Oaxaca.
Ser partícipe de este evento me demuestra que no hay obstáculos para seguirnos apapachando aunque nuestra forma de comunicarnos ahora sea mediada por la tecnología, sigo creyendo que a través del arte podemos cambiar el rumbo de nuestro futuro, estamos presenciando un escenario apocalíptico, que además de ser un problema sanitario, nos urge por sabernos y sentirnos parte de un todo, retomar el sentido para entablar discursos empáticos desde nuestros lugares y saberes.
Este texto lo dedico con el corazón en la mano a todos los médicos, a mi abuelito Don Ramón, a las familias de mis compañeros de la universidad y a los familiares de colegas que hemos perdido a causa del coronavirus, a todas las personas que no han dejado de salir a trabajar, cuidándose sin bajar la guardia. Agradezco infinitamente a la vida por hacer que mi mamá siga con nosotros, ella es pieza fundamental del trabajo en colectivo que hemos hecho a lo largo de estos años, también quiero hacer una mención especial para esos chilpas que he conocido a lo largo de este confinamiento, ellos son los nahualitos resilientes, que me inspiran y gozan de una luz infinita que me direccionan hacia el futuro. Espero que pronto nos podamos ver en las salas de exposición para poder disfrutar de un buen mezcal, reírnos, abrazarnos y seguir haciendo lo que tanto nos gusta, comunidad.
Jeshua Sicardo – Sincolote
